La soberanía personal ha venido surgiendo en mis últimas sesiones de coaching como un elemento que dinamiza la búsqueda de alternativas de quienes vienen a consultar. En un entorno empresarial cada día más caótico, la posibilidad de ser ágil y mantenerse vital parece ser un buen objetivo de entrenamiento para un líder.

Esto me lleva cada vez más a sesiones de exploración con el cliente en el cual no sabemos ninguno a donde nos lleva la sesión.

La solución está en la periferia, leía en estas últimas semanas a Juan José Millás cuando comentaba que para escribir su columna semanal en el dominical de El Pais, miraba en los bordes de las fotos de las noticias justo donde el fotografo no enfocaba, y encontraba por casualidad significados e información que le llevaba a otras reflexiones.

En el enfoque sistémico decimos que lo que se excluye se hace más presente, como si volviese a la escena por la puerta de atrás.  Y es en esa periferia de elementos excluidos de la que habla Millás donde muchas veces un sistema encuentra paz y equilibrio, donde un lider descubre elementos que dan la tranquilidad necesaria a su grupo para poder explorar y ser creativos atenuando el miedo inherente que trae la innovación.

La moda es la lectura del imaginario de la sociedad.  Y en dicho imaginario juegan los sistemas a permanecer y se aferran a un estilo que indica el vínculo de pertenencia. Como los seres humanos hacemos cualquier cosa por pertencer,  la soberanía personal es el acto por excelencia del talento. Aprender a decir gracias a lo heredado para luego pedir permiso y vestirse de rebeldía es un acto biológico en sí mismo que nos aterroriza pero al mismo tiempo nos llena de vitalidad.  Las empresas de moda buscan en la periferia a los artesanos y rebeldes que de alguna forma van contracorriente para encontrar las oportunidades que requiere su negocio para innovar.  La lectura de tendencias se hace buscando los rebeldes, aquellos que no le temen a la soberanía personal para enamorar el futuro.

El futuro emergente, a diferencia del futuro planificado, es soberano.  La Vida con mayúsculas no pregunta en las escuelas de negocios ni en las academias de estrategia, qué debe ocurrir, simplemente el futuro, como la Vida es soberano.  Y ahí me surge la pregunta de cómo lograr la soberanía personal, como sumarse a la corriente soberana de la vida, como aprender a leer el futuro emergente.

La soberania personal implica aventurarse a conocer los propios límites y también a reirse de los patrones heredados con humor.   Implica ser respetuoso con los patrones que sirvieron a las generaciones pasadas a encontrar soluciones pero que de seguir repitiendolos nos llevaría a la insatisfacción y posiblemente a soluciones que simplemente ya no son operativas.   Cuando me encuentro dando un consejo a un sobrino, me descubro cultivando un patrón que seguro no se corresponde con el futuro emergente, simplemente estoy siendo leal con las generaciones pasadas.

Jan Jacob Stam afirma que cualquier tarbajo sistémico es un acto políticamente incorrecto.  ¿No será esa la invitación que nos hace el futuro emergente?