¿Y si tu 85% fuera tu nivel óptimo?

¿Y si tu 85% fuera tu nivel óptimo?

El coaching deportivo y el coaching ejecutivo coinciden en que para rendir a máximo potencial hay que tomárselo con un poco de calma.

La clave está en intentar llegar al 85% ya sea de nuestras metas o en nuestro entrenamiento físico. La perfección es un relato interno que nos agota y tener objetivos demasiado retadores es contraproducente. Especialmente para aquellos como yo que nos regimos por el “lo he conseguido” o “he fracasado”.

La manida frase de “El segundo es un perdedor” no se corresponde con nuestra biología, ni es bueno para nuestro estado de ánimo.  Existen investigaciones que demuestran que para ganar más volumen o correr a más velocidad es necesario bajar la carga o parar un poco antes el nivel de entrenamiento.

Esto también aplica a los equipos.  La sostenibilidad de los resultados de un grupo está más entorno a lograr el 85% que el de rozar una perfección que desgasta los resultados del siguiente trimestre.

¿Y si nos proponemos hacer un poco menos?

En nuestras empresas y en nuestra sociedad el concepto de optimización es un concepto muchas veces tan corrosivo que termina por socavar el talento, la cohesión y la alegría de ciudadanos y empleados.  Es de sobra conocido, como los procesos Kaisen o las certificaciones ISO, no siempre obtienen resultados sostenibles.

En casa también nos perseguimos a nosotras mismas como hamsters en una rueda, con listas de tareas que nos dejan exhaustas. Ha llegado el momento, de la mano de nuevas investigaciones, de modificar la creencia de que el perfeccionismo nos dará mejores resultados Aplazar algunas de estas tareas, o renunciar a “lograrlo todo”, mejora nuestro “rendimiento”. Pagamos un alto precio cuando lo perfecto se instala dentro como un software. Ahora prefiero identificar perfección como un gusano informático que me desestructura mental y emocionalmente y me agota.

«Hay un montón de cosas intrascendentes que intervienen para llegar al 100%», dice Steve Magness, fisiólogo del ejercicio que entrena a ejecutivos y atletas en materia de rendimiento. Cuando nos preocupamos demasiado, incluso las minucias empiezan a parecernos «una crisis existencial», añade. A veces, cuanto más nos esforzamos, peor lo hacemos, lesionándonos o ahogándonos bajo presión, dice Magness.

En coaching con mis clientes, pregunto “¿Qué pasaría si te enfocas en el 85?.  Las respuestas son sorprendentes y les mejora el estado de ánimo casi con solo considerarlo. ¿Y tú, ….te los has preguntado? ¿Podrías parar antes? ¿Podrías hacer una presentación no tan perfecta?

El entorno es muy cambiante, con lo cual el 100% es absurdo

Para tomar las oportunidades es necesario estar en un lugar de confianza y de observación. Si nos centramos en lo que consideramos perfecto, oportunidades y soluciones emergentes desaparecen por estar enfocados en lograr lo que consideramos el 100%.

Revisar objetivos con humor y con compasión por mí mismo me está llevando a leer con más inteligencia mi entorno, y a dormir mejor. Me pasa con el pilates y con lo que considero una intervención de coaching sistémica exitosa. Revisar nuestra versión de lo que es el ÉXITO ya es mucho. Y por lo general es un introyecto que se nos ha instalado como un gusano informático.

Dulcificar el 100% y llevarlo al 85% puede ayudarnos a crecer. En un artículo de 2019, los investigadores utilizaron el aprendizaje automático para tratar de encontrar el nivel de dificultad ideal para aprender cosas nuevas. La red neuronal que crearon, destinada a imitar el cerebro humano, aprendió mejor cuando se enfrentó a consultas configuradas al 85% de dificultad, lo que significa que acertó las preguntas el 85% de las veces. Si una tarea es demasiado difícil, los humanos se desmotivan, afirma.

«Si nunca cometes errores, aciertas el 100% de las veces, pero no puedes aprender de los errores».

(Bob Wilson, autor del estudio y profesor asociado de psicología y ciencias cognitivas en la Universidad de Arizona)