Humildad cognitiva

¿Y si tu 85% fuera tu nivel óptimo?

¿Estas vacaciones nuevamente vas a convivir con gente que opina sin tener ni idea? ¿Que para todo tienen una respuesta, a menudo tópica y poco profunda pero muy contundente? La mayoría de las personas tenemos un cuñado, un primo o una amiga así, que padece el llamado ‘efecto Dunning-Kruger’, por el que cuanto menos sabes, más listo te crees. 

Cuando llegamos de nuevas a un tema por lo general tendemos a opinar como un experto.  

El efecto Dunning-Kruger se define como la tendencia de las personas con baja habilidad en un área específica a dar evaluaciones demasiado positivas de esta habilidad.  ​Es un sesgo cognitivo, es decir, una forma de pensar  y  juzgar erróneamente.   

En política suele suceder de forma cotidiana, muy acentuada por el bajo impacto que tiene hablar con datos y experiencia en un entorno de votantes que no penalizan las fake news. Mauricio García Villegas nos cuenta que para detener el proceso de polarización actual, es necesario acercarnos a la humildad cognitiva. De lo contrario estaremos atrapados en proclamas vacías de contenido e información que no sirven para mejorar nuestra vida, sino para deteriorar nuestra seguridad social y nuestra salud mental. En este escenario, los políticos son los beneficiados.  

Nuestro cerebro es una máquina muy imperfecta pues, cada día se demuestra más que es dominado por las emociones. Se llama el secuestro de la amígdala. Cuando una idea, o un tema, al que recién llegamos nos entusiasma, ocurre que se apodera de nosotros una emoción que nos hace opinar con demasiado acento, sin que se corresponda con la profundidad que tenemos del asunto.  

Este sesgo cognitivo por el que, cuanto menos sabemos de una cosa, menos consciente somos de que no sabemos nos lleva a presentar nuestra opinión con la vehemencia de verdad.  

Cuando vamos logrando niveles de maestría nos asaltan las dudas 

y preferimos pasar desapercibidos.  De ahí la frase: “Solo sé que nada sé”.  Es la polaridad de las dos curvas que se cruzan en un determinado punto y a mayor conocimiento de un tema, mayor respeto tenemos por dar nuestra opinión.  

El término recibe el nombre de los dos psicólogos estadounidenses que investigaron el tema, David Dunning y Justin Kruger, quienes demostraron la paradoja de este efecto, que es que cualquier incompetente tiende a sobreestimar su habilidad, mientras que toda aquella persona competente tiende a subestimarla. 

De dónde surgió la investigación 

La historia que dio origen a la investigación de Dunning y Kruger no tiene desperdicio, es un paradigma de la imbecilidad que «hizo a estos psicólogos pensar que quizás la ignorancia te protege de la ignorancia», explica Delgado. 

En 1995 en Pittsburgh (EEUU) un hombre llamado McArthur Wheeler creyó haber encontrado el método perfecto para robar bancos sin que las cámaras de seguridad grabaran su rostro: pensó que ponerse zumo de limón en la cara le hacía invisible como cuando se usa como tinta en un papel. Convencido del truco, robó un banco a plena luz del día y a cara descubierta y en este primer intento le salió bien, por lo que se dispuso a robar un segundo. 

Evidentemente las cámaras le grabaron y al poco tiempo le detuvieron ante la sorpresa del ladrón: “¡Pero si me puse zumo de limón!”, dijo asombrado cuando fue arrestado. 

Sucede más a hombres que a mujeres en el entorno profesional 

El efecto Dunnig Kruger en el entorno laboral pasa más a hombres que a mujeres. Los hombres tienden a postularse a nuevos puestos más rápidamente que las mujeres. Tienden a sobreestimar sus capacidades y algunos creen que fácilmente dominarán las habilidades necesarias una vez estén en dicha posición. Muestran más seguridad aún cuando no cumplan con el perfil y tienden a tener una sobreestima de sus capacidades.  

Quizás porque las mujeres son las últimas en llegar a puestos de autoridad o porque tienen el síndrome contrario (el de la impostora), el de la perfección, no se atreven a moverse tan rápidamente en una organización en los lugares de influencia y poder como sus compañeros hombres o quizás porque los hombres creamos relaciones más superficiales influidos por este efecto y esta trama de superficialidad y “colegaje” nos da mayor visibilidad.   

Según el eneagrama, hay caracteres más propensos a sufrirlo, yo entre los primeros candidatos. La bisagra que permite no caer en ello viene dada por pensar un poco antes de hablar, escuchar, y no caer en el autoengaño, de que como ya opino, ya lo sé y entonces no necesito profundizar.  

Las redes sociales no son propiamente un lugar de humildad cognitiva.  

Las redes sociales e internet han aumentado mucho el efecto Dunning y Kruger porque nos encerramos en “burbujas de conocimiento” y somos propensos a leer sólo lo que queremos y a buscar ideas que reafirmen las que ya tenemos, lo que nos impide llegar a nueva información que nos ayude a ampliar conocimiento o que nos indique que estábamos equivocados.  

El antídoto para esto, no es otro que el aforismo griego «Conócete a ti mismo» que estaba inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos.  

Al igual que ocurre con Google, en donde es difícil encontrar en las primeras páginas un PDF (pues un PDF aburre mucho), en la app X, con tan pocos caracteres, se premia la vehemencia y las proclamas en detrimento de la mesura y la profundidad.  Nos encontramos en el reino de los políticos, los influencer y los trinos en detrimento de los sabios.  

Ni tú ni yo estamos exentos de que nos ocurra el efecto Dunning Kruger. Es más común de lo que muchos piensan y es probable que tú y yo nos hayamos comportado así en algún momento….y no se te ocurra creerte invisible por echarte zumo de limón en la cara. 

“El principal problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo, mientras que las personas inteligentes suelen tener muchas dudas 

Bertrand Russell