Risa vs. Sonrisa. ¿Desafiar o complacer?
Mientras la sonrisa es un pegamento social, la risa es un desafío a lo establecido. La sonrisa nos da pertenencia y nos evita la agresión, mientras que la risa, en sí misma, representa un riesgo inclusive de violencia y nos puede quitar pertenencia. Sin embargo, biológicamente necesitamos la risa como el respirar para mantenernos vitales. La risa es un antídoto del miedo. La sonrisa puede representar un gesto de miedo.
Exploremos ambas dentro del contexto actual.
Sonrisa como pegamento social
Utilizo un texto de Pilar Jericó que describe muy claramente la sonrisa. “Sonreímos para agradar más que para exteriorizar nuestra felicidad. Esa fue la conclusión del estudio realizado por Robert Kraut y Robert Johnston, observando a personas que sonreían mientras jugaba al boliche, veían un partido de hockey o caminaban por el centro de la ciudad. Curiosamente y en términos generales, las personas sonrieron más cuando se involucraban en interacciones sociales que cuando experimentaban alegría”.
Sonrisa y miedo
“Los etólogos habían llegado a la misma conclusión. Los chimpancés usan la sonrisa voluntaria para desviar el comportamiento hostil del jefe dominante y para hacerse amigos de otros monos o humanos. Los psicólogos lo confirmaron además observando a los niños: Éstos prefieren acercarse a los extraños que les sonríen. Y los directores de cine también lo tienen claro. Los malos de las películas no sonríen y si lo hacen, es con un toque intencionadamente hipócrita (como el agente Smith de la película Matrix) o con la finalidad de confundir al espectador (como los de las películas con guión de Agatha Christie).” “Si la sonrisa es un saludo universal cuya finalidad es la de agradar, la de su ausencia es atemorizar o generar distancias y si no, piense en los policías y en su frío saludo cuando le piden la documentación. De pequeños, la sonrisa de nuestros padres nos va dando seguridad en lo que hacemos. De adultos cuando nos equivocamos o nos avergonzamos socialmente porque hemos dicho algo incorrecto en plena exposición en público, solemos sonreír para rebajar el impacto de nuestro error. Y el hecho de que nos devuelvan la sonrisa, es un refuerzo positivo que necesitamos, en especial cuando alguien tiene poder sobre nosotros.”
Ventajas de la risa
Los nuevos resultados de las investigaciones hablan de una relación entre la risa, la superación del estrés y el bienestar. De este modo, las personas que contrarrestan el estrés con el humor tienen un sistema inmunitario sano; sufren un 40 por ciento menos de infartos de miocardio o apoplejías, tienen menos dolores en los tratamientos dentales y viven cuatro años y medio más. Como puso de relieve un ensayo realizado en 1990, la contemplación de un vídeo de Bill Cosby aumenta la producción de la inmunoglobulina A en la saliva, una sustancia que contribuye decisivamente a evitar las infecciones de las vías respiratorias.
Las consecuencias corporales de la risa también han sido investigadas en muchos otros trabajos. Michael Miller y sus colegas de la Universidad de Maryland se dedicaron en 2005 a la relación entre la actitud de encontrar el mundo gracioso y las paredes internas de los vasos sanguíneos. Cuando los vasos se dilatan, el organismo está mejor
irrigado y la circulación es más estable. Los probandos vieron escenas de películas que provocaban angustia (como la primera media hora de Salvar al soldado Ryan) o que hacían reír al espectador (como la escena del orgasmo de Cuando Harry encontró a Sally). Con el estrés desencadenado por las películas el riego sanguíneo de los probandos disminuyó en torno a un 35 por ciento; al ver las escenas graciosas, por el contrario, se incrementó un 22 por ciento. Sobre la base de estos resultados, los científicos recomiendan que toda persona debería reír diariamente al menos 15 minutos.
Atributos de los que ríen
A la vista de la ventaja corporal y psíquica de la risa, no es sorprendente que algunos científicos se hayan ocupado de las diferencias entre las personas a ese respecto. De Vassilis Saroglou, de la Universidad Católica de Lovaina, provienen algunos trabajos interesantes en esta área. Según la convicción de Saroglou se da una incompatibilidad natural entre el fundamentalismo religioso y el humor.
Producir y valorar el humor requiere un sentimiento de lo ingenioso, un amor por la contradicción y una gran capacidad para soportar la inseguridad. El humor comprende también la mezcla de elementos que no concuerdan, amenaza la autoridad y contiene alusiones sexuales explícitas. Pertenece a la risa, además, la pérdida del autocontrol y la autodisciplina. Todos estos elementos, para Saroglou, son precisamente antítesis del fundamentalismo religioso, cuyos partidarios, como ha mostrado la investigación, valoran las actividades serias más que los jue- gos, la seguridad más que la inseguridad, el sentido más que lo absurdo, el autodominio más que la impulsividad y la autoridad más que el caos.
Una época políticamente correcta. Sin risa.
Hemos entrado en una época socialmente muy normada en donde la risa va perdiendo espacio y va siendo arrinconada. Tememos de alguna forma hacer un chiste o una broma por entrar en el terreno de lo políticamente incorrecto. Y sí. La risa es en sí misma un acto políticamente incorrecto. Y
por eso mismo es actualmente un lujo. Un lujo para valientes y afortunados, pues;
– reír es un estímulo necesario para nuestra biología física,
– reír es un desahogo requerido para los atascos emocionales que vamos acumulando, y sobre todo,
– reír es un ejercicio intelectual que desarrolla nuestra inteligencia.
La risa nos da vitalidad en la medida que genera una distancia con el problema, lo relativiza. Recuerdo una sesión con Jodorosky en el Teatro Price de Madrid en el cual comenzó a generar una risa terapéutica que fue contagiando a todo el público. Entramos todos en una carcajada monumental mientras gritábamos cada un@ sus males y problemas. Prometo haber escuchado a mis vecin@s de sala morirse de risa mientras enumeraban problemas gordos de enfermedades y muertes. Al momento de salir del experimenté una profunda sensación de hermandad y humanidad. Qué viva la risa, y si políticamente incorrecta quizás más sanadora. Te deseo una profunda risa que te devuelva la vitalidad que quizás no logres por medio de la sonrisa.