Mandatos vs. Creencias

Dentro de las distinciones del coaching sistémico, me parece interesante utilizar apropiadamente la diferencia entre mandato y creencia.

El mandato es un pensamiento asociado a un sentimiento que nos gobierna desde la necesidad de pertenecer. “Las personas hacemos cualquiera cosa por pertenecer”. Está muy sembrado en el cerebro reptiliano.  Cerebro al cual no es fácil acceder desde lo intelectual pues desafiarlo nos confronta con un miedo profundo y muchas veces con una deslealtad intensa que nos genera culpa.

Los mandatos suelen generarse en la temprana infancia. La forma de identificarlos es que en la edad adulta nos hacen sentir mal.  Son complejos pues no son explícitos y tienen una carga emocional de fondo muy alta.

Racionalmente puede que no comparta con mi familia de origen un mandato y emocionalmente lo sigo replicando aunque me genere malestar y no me conecte con el entusiasmo. Es como si no tuviéramos permiso de hacer algunas cosas de forma diferente.

Verlos, nombrarlos y confrontarlos no es fácil pues conectemos con sensaciones desagradables en el proceso. Sin embargo esto no significa que no sea un cambio sano.  Desde lo sistémico, tener una representación fuera (vía playmobil o papeles) ayuda a atravesar el proceso apoyando al cliente con la generación de alternativas que al ser vistas e integradas generan bienestar y fuerza. Luego es necesario cargar con un poco de “culpa” por la deslealtad hacia el sistema de origen. Es un proceso que genera adultez.

Una creencia es el resultado de un proceso de valoración que hemos realizado a través de la experiencia vital de cada un@. Lo realiza el cerebro mamífero a través de las emociones y en ello validamos como bueno o malo un pensamiento, una forma de hacer o lo que es correcto o no en un entorno.

A diferencia de un mandato, tenemos más facilidad de desafiar una creencia. Básicamente porque podemos tener una creencia en un entorno y tener permiso para realizar algo diferente al cambiar de entorno.

Un mandato no nos permite manifestarnos en nuestro “ser” de forma más completa. Una creencia es también un proceso adaptativo, pero su cambio no representa con tanta fuerza el temor de perder la pertenencia a un sistema.

Si pudiésemos ubicar las creencias en un espacio, estilo un armario, estas estarían en cajones más cerca de la puerta donde se ubica el cerebro racional, más cercanas e influenciables por las ideas.  Al contrario, un mandato estaría en el fondo del armario a donde es difícil que lleguen nuevas ideas. Un mandato está en un lugar más inaccesible, y en algunos casos ni sabemos que existen pues no lo hemos sacado a la luz.

Desde lo sistémico, solo con representar distintos sistemas afuera, le da a la persona la posibilidad de saber que hay creencias, a veces opuestas o un poco contrarias, con las cuales opera cuando cambia de sistema.

Me encantan estas dos preguntas de coaching: ¿En que otro lugar esto sí lo haces posible? ¿En cuál entorno te sientes libre de esta creencia?

Con los mandatos el tema es más lento, a veces solo es posible verlos, y ya con esto es mucho. “A veces los problemas no quieren ser resueltos, sino simplemente quieren ser vistos”. Y quizás aparece el permiso para comenzar a hacer cosas diferentes a lo que dicta un mandato….. de a poco.