Darse cuenta no sirve si no pasas a la acción

Me comentaba coachee después de unas pocas sesiones de coaching que se había dado cuenta de lo que le pasaba pero que en realidad nada ha cambiado y os voy a explicar por qué.

Dentro tenemos como si fuéramos personajes que son: el jugador, el narrador y el observador. El jugador es el que está en la vida cotidiana; es intuitivo, corporal automático, visceral, rápido y lineal. Ante un evento actúa automáticamente. De él surgen prácticamente la mayoría de las decisiones que vamos tomando.

Ahora el narrador es cuando contamos la historia; lo que nos pasó. Y lo vive como emocional, verbal, utiliza imágenes, es reactivo ante lo que ha pasado en el partido o en la vida o en el día a día, utiliza imágenes, es un simulador y da una valoración. Y esto es muy importante porque busca tener la razón y comprobar. Pero la clave está en que es básicamente predictivo. Ante algo que viene de fuera dice: “eso ya me lo sé”, y por eso hace la misma jugada.

Esto es lo que llamamos el sistema uno en Kahneman. Entonces, para hacer coaching (inclusive para terapia), necesitamos abrir un espacio en el cual exista la duda, la exploración y la pregunta. Esto abre al espacio al observador que es quién maneja los datos. A más vida intensa y estrés tengamos tiene menos espacio, por lo tanto no podremos asimilar nuevos datos, análisis y reflexiones. Evidentemente el observador es más frío, más es racional y es muchísimo más lento.

En el coaching buscamos que los datos y reflexiones del observador se incorporen al jugador, para que tenga nuevas habilidades. Y lo único que lo puede lograr es el entrenamiento. Es la única forma de llevar este conocimiento que puede generar el observador hacia el jugador. Sin entrenamiento no hay transformación. La transformación, el cambio se produce cuando nuestro personaje (el jugador- la jugadora) puede incorporar de forma automática en el mundo real, en donde ocurre la vida, para que sea de quede instaurado como un software intuitivo, corporal, automático, visceral. Evidentemente también tendremos que cambiar la narración y la forma de contarnos la historia, porque la historia que nos contamos es la que cuenta. El cuento que te cuentas es el que cuenta.