Buscar culpables

Para la resolución de conflictos es necesario deponer las armas. Como coach, explicar este cambio de paradigma requiere algunas veces de explicar el proceso neurológico que hay detrás del relato. Comprender que tener la razón es una función del cerebro, y que buscar culpables es una adicción hormonal, ayuda en nuestro lugar de escucha y de cambio de perspectiva..
Dopamina. Buscar culpables puede activar la liberación de dopamina en el cerebro, ya que este neurotransmisor está asociado con la sensación de recompensa, motivación y placer. Cuando identificamos a alguien o algo como responsable de un problema, nuestro cerebro puede experimentar una sensación de satisfacción o alivio por haber encontrado una causa, lo que genera la liberación de dopamina.
Desafortunadamente para nuestro narrador interno, este proceso es una espiral de efectos de muy corto plazo. Para seguir generando el efecto energizante de la dopamina, estaremos dispuestos a seguir generando versiones ampliadas de nuestro relato según el cual salimos inocentes.
El jugador del conflicto. Paralelamente, el jugador, la jugadora involucrada en el conflicto, seguirá sufriendo, es decir tú (y yo también), pues ya no tiene voz. El relato del narrador ahora es la voz que explica, genera dopamina, y da un chute parecido al de la cafeína o al del chocolate. Este sufrimiento se lleva escondido en el cuerpo del jugador, y si has venido a coaching es porque el malestar no se supera ya con dopamina.
Este proceso, adictivo, puede motivarnos a seguir buscando culpables en diferentes situaciones, pero también puede tener efectos negativos, como el aumento de la agresión, la frustración o la incapacidad para aceptar la responsabilidad personal.
La Serotonina. Buscar culpables puede ir en contra de la liberación de serotonina porque este neurotransmisor está asociado con sentimientos de bienestar, paz interior, empatía y aceptación. Cuando una persona se centra en encontrar culpables, a menudo se genera estrés, resentimiento, hostilidad o frustración, emociones que pueden disminuir los niveles de serotonina y afectar negativamente el estado de ánimo y la sensación de equilibrio emocional (que lo siente el cuerpo) del jugador.
Por otro lado, centrarse en aceptar y entender las situaciones, en lugar de buscar responsables, fomenta la calma, la empatía y un mayor bienestar emocional, lo que favorece la liberación de serotonina. Así, una actitud más positiva y de aceptación puede contribuir a una mayor estabilidad emocional y a una sensación general de satisfacción.
EL observador. Este tercer personaje interno (además del jugador y el narrador) es el que más está desapareciendo de nuestras vidas pues no le damos lugar. La velocidad, el scroll de nuestros movimientos en el móvil (X y TIKTOK) los que más, aunque yo soy adicto al Instagram, nos lleva a buscar recompensas cada vez más instantáneas en el corto plazo. Estamos en una sociedad adicta a la dopamina. Y también en un entorno de ”derechos humanos”, en donde los “deberes humanos” como el de hacerse responsable y ver al otro, a la otra ya casi carecen de sentido. Reclamamos, nos vamos al lugar de la víctima. Continuamos buscando dopamina como hamsters en una rueda.
Sin embargo, el observador (nuestra bellísima durmiente) sigue ahí esperando un lugar. La buena noticia, es que el camino para abrirle espacio pasa por hacernos responsables de nuestra parte, mirar a la otra parte, y estar dispuestos a “sufrir” un ratito sin tener la razón, sin salir inocentes. Del otro lado, nos espera la paz, la serotonina. En definitiva, sentirnos igual al otro, reconociendo que los dos sufrimos con el conflicto