Territorio, pertenencia, frontera ¿Nosotros y/o ellos?
El miedo a la exclusión nos mueve inconscientemente
Nací en Medellín cuando era una aldea de 200.000 habitantes. Viví fuera algunos años luego de la universidad. Regresé a dirigir los programas de Naciones Unidas en la época de Pablo Escobar (creo que no hay mejor descriptor de ese período de terror que utilizar su nombre), y finalmente me asenté a vivir en Madrid, en donde he vivido mi etapa de adulto y ahora la etapa de lo que llaman “adulto mayor”.
Mi familia, de origen, vive en Medellín, mis padres y hermanos. Mis sobrinos ahora viven en distintos lugares del mundo, incluyendo Madrid. En resumen, somos una familia que vive a distintos lados de una frontera.
Membresía o membranía
Me ayuda en algunas sesiones de coaching el dibujo de una especie de circunferencia con un punto en el medio y pedir al cliente que ubique los playmobil (del asunto de la sesión) dentro de ese “mapa”. Es curioso siempre, como la distancia al centro y/o a la frontera del playmobil con el cual el cliente se representa a sí mismo, muestra lugares en donde se siente o no confortable. En mi caso, soy un habitante de la frontera. La atravieso y regreso. Voy y vuelvo. Creo que ese es el lugar de los que trabajamos como facilitadores de procesos de desarrollo, ya sea personal o profesional. Salimos y traemos información. La pregunta esencial que aplica a un grupo, a una organización, es “¿Dónde está la frontera que hace que te sientas parte del nosotros? La segunda pregunta es “¿Esa frontera conecta el nosotros y el ellos con una Y o con una O?”.
Cuando vivía en Medellín, me sentía más paisa (así llaman a los de esa parte de Colombia) que colombiano. Y me sentía a la vez, más latinoamericano que colombiano. No tuve la oportunidad de conocer distintas regiones de Colombia como para tener una clara sensación de lo que significa ser colombiano. Quizás también porque conocí en mi época de joven más personas de Buenos Aires que de Bogotá, por ejemplo. No sé lo que es sentir en las tripas, un gol de la selección colombiana en un mundial de fútbol. Sin embargo, desde que ví jugar a Johan Cruyff con 15 años y llegó al Barcelona, me atrapa una pasión de pertenencia este equipo que me intriga. Cuando llegué a vivir a España, venía de trabajar casi tres años como funcionario europeo en Bruselas. Así que en los primeros años me sentía más europeo que español. Comparto estas sensaciones, pues el concepto de frontera es clave para determinar donde está el “nosotros” y donde se encuentra el “ellos”. Y lo es para conmigo y para con mis clientes percibir en el cuerpo, a través de los playmobil o de los caballos, donde está la frontera y cuanta lealtad de pertenencia percibo para atravesarla o no. Ser líder de un equipo, trae consigo un gran desafío de pertenencia. Dar pertenencia a los miembros del equipo, mientras él o ella, al mismo tiempo, pertenecen al comité de dirección. La pertenencia se siente, no se decreta. La pertenencia es una construcción cotidiana, no la da un documento, la da la sensación de compartir una frontera y unos códigos mínimos (entre ellos el lenguaje y el acento) para hacer predecible el comportamiento de los miembros. Algunos miembros de mi familia, por ejemplo, me sienten ahora un extranjero. Es el precio que pago por atravesar esa frontera virtual de las nacionalidades.
Encontrar lo que nos une, difumina las fronteras
Lo que nos une como humanos es la vacuna contra los nacionalismos excluyentes. Nada de lo humano, nos es ajeno. “Creer que somos mejores que aquellos que no hablan nuestra lengua, no nacieron en nuestro territorio, o no comparten nuestras creencias, es como decía Montaigne, un problema de óptica, un sesgo derivado de nuestra incapacidad para ponernos en la posición del otro”. Como dice Mauricio García, “el proceso de civilización ha consistido en ampliar los grupos, de la familia al clan, del poblado a la nación”. Como seguir perteneciendo a la “tribu” de tu equipo de trabajo para sentirte parte de la organización, está en la base del liderazgo. Incluir y dar seguridad sicológica es fundamental para pertenecer. Ahora…..¿cómo dar valor tanto a las personas que priorizan la sensación de clan (membresía), como a las que atraviesan las fronteras (membranía)? es el reto que me propongo con mis clientes. Este proceso de convivencia grupal está en el origen mismo de la vida celular, es parte de la biología. El núcleo y la homeostasis de la pared celular. Colonos y pioneros. Colonas y pioneras. Habitar la contradicción como el proceso saludable que conduce a la sostenibilidad. No dar alas a la oposición (lo del otro, por diferente, es una amenaza) que nos desgasta, divide y consume mucha parte de nuestra energía.
“Las personas hacemos casi cualquier cosa por pertenecer”
