En el entorno VUCA (Vulnerable, Uncertain, Chaotic, Ambiguous) se requieren nuevas habilidades.  El liderazgo por competencias ha muerto.

La palabra competencia inclina el liderazgo hacia competir, a ir en busca del un resultado, a veces en un corto plazo.  El entorno VUCA nos lleva a un nuevo reto:  La sostenibilidad de nuestra organización,  a ser dinámicos en la cadena de valor en la que nos movemos.  Nos han cambiado las reglas de juego.

Se necesitan nuevas habilidades que ya no están en el armario de lo académico, están en la alhacena de lo humano.

Simultáneamente, en España regresa el escenario de la «guerra por el talento», aplacada por la crisis, en las cuales las organizaciones sentían tener atados a sus mejores talentos por falta de demanda.  También se ha termando esta premisa.

Y de otro lado, tenemos en las nuevas generaciones, desafiantes características como consumidores:  son muy autónomos y tienen la red para bucear antes de hacer una compra. Buscan productos éticos y ecológicos, empresas responsables, conocer como estas empresas se posicionan respecto del talento femenino, cómo piensan en el planeta y su futuro. Mi sobrina adolescente (excelente maquilladora), solo utiliza productos ecológicos y biodegradables y está dispuesta a pagar un precio más alto por los que cumplen con este requisito. Es más, se siente parte de un movimiento al consumir de esta forma.

En este escenario -VUCA + guerra de talento + nuevos consumidores-, el liderazgo por competencias tiene sus días contados.

Stewart Friedman del Wharton Leadership Programme de la Universidad de Pennsylvania, lleva años formando líderes que sean los jefes de sus propias vidas. Dice:  «Cuando los trabajadores se interesan más por su salud física y psíquica, por la gente que les rodea, y dedican menos atención al trabajo, se cuidan más y se vueleven más inteligentes. Parece una paradoja, pero cuando prestan más atención a su vida, los resultados en el trabajo son mejores. Aportan más energía y cratividad»

El fomento del liderazgo, la atracción, el cultivo y la retención del talento, pasan por articular las habilidades humanas, no por aumentar las competencias.  Esto solo se logra estimulando desde las organizaciones el equilibrio entre vida personal y el trabajo.  Al igual que mi sobrina como consumidora,  el talento y el nuevo talento apreciará otras aspectos, como tener tiempo personal de calidad y quizás no serán tan ambiciosos respecto a un gran salario.

El liderazgo por competencias ha muerto.