En la lucha por tener la razón solo podemos quedar en el lado de los perdedores. Bien porque nuestra autoestima sale lastimada por no tener la razón, bien sea porque hemos deteriorado la relación con el/la otro/a.

Sabemos por PNL que el cerebro Distorsiona, Omite o Generaliza la información que recibe del entorno.  Estas funciones del cerebro (que utiliza para poder recordar algo de la multitud de señales que recibe del entorno), agrupadas en la sigla DOG nos habla de un perro que se come constantemente la información y nos hace ser muy subjetivos.

Si añadimos que la amídgala a veces nos secuestra por estados de intensidad emocional podemos afirmar que estamos «condenados» en muchas situaciones a perseguir tener la razón como un acto de afirmación personal.

La inteligencia de un líder (inter=dentro, legere=leer)  consistiría en poder leer dentro de una situación sabiendo de antemano que el efecto DOG y la amígdala no necesariamente jugarán a nuestro favor.

Un ejercicio sistémico permite volver a ver, con respeto (re-espetare = volver a esperar), la información que nuestros filtros quisieran confirmar como certezas. Es permitirnos, con humildad,  regresar a un sitio en donde partamos no de cero, pero sí con un poco más de neutralidad, de inte-ligencia.

Las constelaciones organizacionales nos permiten ver donde se producen, además de las distorsiones propias del cerebro (DOG y secuestro de la amígdala), lealtades inconscientes entre individuos, que buscan fortalecer la pertenencia al grupo pero no necesariamente siguen siendo útiles para mirar con fuerza el futuro.   

 «Es muy difícil que la Ayuda nos de la razón. Nuestras percepciones solo sirven para fortalecer el problema»

Joan Garriga